Es labor de todo docente reconsiderar su modo de dirigirse a su grupo si antes de plantarse frente a “estudiantes” no los considera humanos. Como humanos cada joven o niño expuesto al escrutinio del docente sufre por necesidad una serie de emociones las cuales pueden ser positivas o negativas pero que al fin afectan su desarrollo y aprendizaje de forma significativa.
La pregunta obligada es hasta donde las competencias son la panacea del siglo XXI en México, como sabemos si este no es el camino a otro fracaso educativo en el contexto tradicional mexicano, sabido es que un exitoso estudiante no es por necesidad un exitoso profesionista así, la pregunta no es si la escuela sirve para convertir en exitoso un estudiante, sino que debe hacer la escuela para convertir en exitoso un estudiante con base en los fracasos ya antes mencionados.
El docente debe convertirse en herramienta, inicio y fin de un proceso afectivo educativo que se convierta en el alumno en un proceso de asimilación-aprendizaje, relacionado con ambientes y atmosferas atractivas que gocen recordar.
Sabido es que lo fácil y lo malo se reproducen solos, pero el docente actual debe con base en su fortaleza de carácter y no tanto en la insistencia sino en el ejemplo razonado y consciente, ser el generador de actitudes que resulten en una serie de hábitos positivos que permanezcan atados a las mentes de los jóvenes por fuerza propia y que estos hábitos sean tan difíciles de abandonar como los que aprendimos de nuestros padres en tempranas etapas de nuestra existencia. ¿Cómo lograr esto?, no lo sé, no pretendo dar respuesta a esta interrogante pero aseguro dedicarle un tiempo de mi esfuerzo diario en la escuela.
Nos queda claro que el conocimiento es la mayor fuente de riqueza, pero esta riqueza no siempre es derivada de lo aprendido en la escuela, Steve Paul Jobs fundador de la Apple, el fundador de faceboock: Zuckerberg de 23 años y otros grandes millonarios del mundo actual son ricos porque saben, pero lo que los hizo ricos, no lo aprendieron en la universidad, de hecho ni fueron o no terminaron la universidad, por lo tanto la escuela queda de nuevo mal parada (coloquialmente) ante estas situaciones, en el ambiente real de México, existen ganaderos que son ricos porque saben y saben mucho pero de vacas, raciones alimenticias y medicamentos veterinarios, pero nunca fueron a la escuela, simplemente saben y se dedican a presumir eso ante mis estudiantes de bachillerato que después de egresar son sus empleados cargando costales, donde queda el valor de la escuela en un contexto como este, ¿difícil verdad?.
Que pasa entonces, pues que lo que enseñamos en la escuela como docentes preparados, no tiene utilidad en el contexto real, la ciencia, el conocimiento solo tiene valor en función de su utilidad en la vida cotidiana, de que le sirve a un alumno de un ambiente rural poder resolver ecuaciones cuadráticas, si tendría más valor enseñarle como cargar correctamente un saco de 60 Kg sin lastimarse las vertebras, esto al menos lo mantendría trabajando a una edad mas avanzada que aquellos que ya tienen lesiones y seria una ventaja real.
En conclusión, la educación, al igual que la ley y la moral deben adaptarse a situaciones nuevas que nunca antes imaginamos, el mundo avanza y como tal tendremos que avanzar con él o extinguirnos como es el destino irremediable de aquellos que no evolucionan.
